Daniel Rivera
Recordemos que Hitler es el más claro ejemplo de que una elección democrática no siempre llevará al poder al líder indicado, y nos demuestra el grave peligro de elegir de forma errónea.
Daniel Rivera
Según la mayoría de los entendidos, la democracia surge como sistema de gobierno y como concepto en la antigua Grecia. Hoy en día, sabemos que realmente en sus famosas asambleas no participaban nada más que los hombres libres, estando excluidos de ellas, los esclavos, las mujeres y los extranjeros. El sistema de asamblea popular que utilizaban era aplicable para dicha época debido a que las ciudades estado de Grecia no tenían la amplia población que poseen algunas metrópolis o países en la actualidad, pero sería casi imposible de aplicar en la muy poblada humanidad del siglo veintiuno.
Algunos lugares en los Estados Unidos tradicionalmente pretenden hacer uso de un sistema democrático similar, cuando se llevan a cabo las elecciones para escoger los candidatos presidenciales, pero no pretendiendo profundizar en la historia, ni en la etimología del término, que de por sí, es un poco compleja. Diré, que la palabra democracia indica el poder que reside en el pueblo y para el pueblo. Años atrás, el mundo miraba con temor cómo algunos países como Italia y la misma Grecia, agobiados por la crisis del euro, habían permitido lo que es, a todas luces, una intromisión a su soberanía, permitiendo que la presión de los gobiernos más poderosos de la zona euro les obligue a nombrar un nuevo Primer Ministro respectivamente, sin tomar en cuenta ningún proceso democrático previo, esto nos permite ver, no sin cierto temor, que cada vez el poder reside menos en el pueblo.
La primavera árabe, pareciera ser un triunfo del sistema democrático en algunos países donde, por mucho tiempo, han sido gobernados por férreas dictaduras y en occidente lo reciben con alegría, pero también la democracia entraña sus riesgos. Para empezar, diremos que existe un alto riesgo ya que, una vez establecido un sistema democrático en estos países el poder queda concentrado en manos de fundamentalistas islámicos, que pretendan implementar posteriormente una teocracia o elegir un presidente como el que gobernó a Irán hasta agosto del 2013. Recordemos que Hitler es el más claro ejemplo de que una elección democrática no siempre llevará al poder al líder indicado, y nos demuestra el grave peligro de elegir de forma errónea.
En Latinoamérica, vimos hace varios años como, en un país del llamado tercer mundo, Honduras, se perpetró un Golpe de Estado que nos demostraba lo frágil que puede ser un sistema democrático. La constitución de Honduras, por cierto, prohíbe las figuras del plebiscito y del referéndum, imprescindibles ambas para una democracia de verdad, lo que la convierte en una de las constituciones más antidemocráticas del mundo. El Presidente depuesto, Manuel Zelaya, formaba parte del grupo de Gobernantes del círculo del fallecido Hugo Chávez, famoso por sus reformas a las constituciones de los respectivos países que presiden. Las reformas en cuestión, tienen como fin la reelección presidencial, y su relación con la figura nada democrática de la familia Castro, causa mucha controversia y crítica por parte de la derecha latinoamericana. Pero recordemos que al mismo Álvaro Uribe en Colombia (muy de derecha), también le tentó el gusanito de la reforma constitucional para buscar reelegirse, lo que nos muestra que no es un pecado propio de la izquierda.
El problema con el asunto de la reelección, no consiste en que la misma no sea democrática, sino en que un Gobernante que está por mucho tiempo gobernando, puede llegar a concentrar demasiado poder para sí mismo y terminar erosionando un sistema democrático por muy firme que parezca este.
Lo que anteriormente expuse, me hace reflexionar si realmente el sistema democrático funciona en la actualidad, o como dicen algunos, quizá sólo funcione en determinados países, peor aun, quizá la democracia, como la conciben algunos pensadores, sea solamente una quimera. Me limitaré a decir lo que dijera una vez Sir Winston Churchill: “La democracia es el menos malo de los sistemas políticos.”
